domingo, 5 de diciembre de 2010

Kamile y Aethibryn


De todas las historias que se cuentan de Aethibryn, esta es la que más me gusta, pues demuestra que el valiente caballero, también era capaz de amar y dar la vida por amor, que es más alto que el honor. - el contador de historias

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Pasando el bosque de Dermond, después de la gran montaña de los titanes, se encuentra un gran reino, lleno de color y vida, un reino que una vez estuvo en la oscuridad pues su corazón se lleno de tristeza, de dolor... su corazón era una princesa, llamada Kamile.

esta princesa vivia en un gran palacio, rodeado de montañas gigantes y bellas laderas, todo en este reino era perfecto porque la princesa asi lo quería. Era tan perfecta esta doncella que la cortejaban miles de caballeros, de distintas casas, nobles y vagabundos, altos y bajos, ricos y pobres, todos querían estar con ella.

Pero los hombres no saben amar, así que uno tras otro la lastimó, dejando su corazón roto, partido, hasta que la doncella dejó de sonreír. desde ese día, nada fue igual en este reino, las aves ya no cantaban, los lirios no florecían y las montañas se oscurecieron, pálidos nevados inaccesibles se convirtieron y las verdes praderas se tornaron en inhóspitos desiertos.

Los padres de esta doncella decidieron entonces que ella tenía que irse del reino, o sino pronto todos perecerían por la tristeza tan grande que sentía en su corazón. La ofrecieron en matrimonio pero nadie la quería, aunque su belleza no había disminuido, su voz ahora era parca y fría, era como la muerte, pero más hermosa. Poderosos reyes de las tierras del sur vinieron para casarse con ella pero al verla tan fría la rechazaban y se iban, entonces sin más remedio, la enviaron lejos del reino a una tierra oscura para así salvarse de la muerte, que cruel destino es ese, enviar a una doncella que en tiempos de antaño fue el calor de la tierra, a un lugar donde la muerte yace.

Aethibryn, caballero feroz, vencedor en muchas batallas, aquel que no conoce el amor, vio una caravana, transitando por el valle desolado de orthmondun. ¿Quién en su sano juicio vendría acá, donde ni la yerba crece ni el sol sale. donde el calor no existe y la muerte yace? y sin ser notado se acercó a la caravana que transportaba a la princesa Kamile.

Cuando la vió, cayó bajo el hechizo de la luna. Él, que nunca habia perdido una batalla contra mortales enemigos, que nunca habia caido en combate aun siendo herido de muerte, habia perdido su primera batalla... contra una mujer. Siguió la caravana de lejos, hasta que llegaron a la torre de undertrhoth, una torre oscura, fría, una cárcel para el alma y allí vió como la caravana dejaba a la princesa y se iba mientras ella, con su tristeza y su dolor entraba a aquella tumba para los vivos.

-Blasfemía, intolerable, miserables, fueron las palabras que Aethibryn pronunció por aquél acto tan despiadado- y así se propuso rescatar a la princesa, pero mientras pensaba, una sombra cayó sobre undertrhoth, el malvado esbirro kryven habia tomado a la princesa y se disponía a llevársela con ella, desposarla y así arrastrarla hasta el averno.

-por mi espada Oldred y mi escudo Ildred, no permitiré que Kryven se lleve a la doncella- Aethibryn cabalgó en su corcel Thoren hacia undertrhoth, mientras kryven se llevaba a Kamile.

Esbirro, detente gritó con poderosa voz Aethibryn, no te llevaras a esta mujer a tu morada de muerte y perdición, yo, Aethibryn de los Atani te lo impediré y si no obedeces por la razón, lo haras por la espada.


Kryven rió de tal forma que la tierra estremeció, los árboles cayeron y la vida se marchitó, pero Aethibryn a quien ningún ser puede derrotar, permaneció de pie, desafiante, listo para morir por esa doncella, pues era su amor, el amor de su vida. Y así Kryven al ver la determinación del Caballero, decidió atacarlo, con sus colmillos babeantes, ponzoñosos y sus garras venenosas.

Aethibryn alzó su escudo para protegerse y devolvió los ataques con la flamante oldred, la batalla era violenta, durante horas lucharon, sin mostrar signos de cansancio, pero Aethibryn sabía en su corazón que no ganaría a menos que pudiera herirlo en los ojos, entonces, de un rápido movimiento, Aethibryn se descubrió y atacó los ojos de esta bestia, dejándola ciega, pero en el proceso, él también habia sido herido, ya no podría cargar su escudo, asi que tendría que confiar en su destreza, una vez más la batalla se prolongó por horas, desde las cumbres más altas hasta las profundidades más oscura, Aethibryn luchó contra Kryven, por el amor de Kamile.


Hasta que al final, Kryven encontró la muerte en la espada de Aethibryn, la batalla habia acabado, herido y cansado Aethibryn montó su caballo, en busca de esta doncella, cuando la encontró, la abrazó, la beso y la cuidó, aunque no pudiera curar las heridas del pasado, Aethibryn le juró que le daría una nueva vida, una vida de reina y entonces esta doncella, que ya no sonreía, que ya no cantaba despertó con su canto y sonrisa trajo vida al valle de orthmondun, Aethibryn sabia que no se la podía llevar con ella, pues él era un simple caballero, exiliado de su reino, buscando perdón, venganza o quizás redención, así que la llevó de nuevo a su reino.

Sus padres se arrepintieron de lo que habían hecho, y juraron amarla para siempre, los pretendientes volvieron, hombres poderosos en belleza y dinero, buscaban enamorarla, Aethibryn, quien no era adinerado, se marchó, sabiendo que algún día podría volver a los brazos de la doncella Kamile.

Aethibryn, de los Atani, guerrero implacable, habia conocido el amor y juró que volvería por ella y por su amor.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

El camino del guerrero

La cruenta batalla ha terminado...

Solo se ve un paisaje desolador, muertos por doquier, un paisaje de sangre y horror. ¿Acaso soy el último hombre en pie? ¿Acaso ya no hay ningún reto para mi? La misma mano que escribe esos versos tan dulces a mi amada "de turno" es la misma que hoy ha acabado con la vida de cientos, no miles de vidas. La vida y la muerte están en una sola mano y coexisten como uno solo.

Pero no soy el único en pie. Entre las sombras veo una figura, pienso inmediatamente que puede ser un enemigo y me preparo para la lucha, mis músculos se tensan, mis manos agarran con firmeza la espada, mi corazón se detiene. Recuerdo mi entrenamiento, todo el cuerpo debe acelerarse, excitarse, menos el corazón. Con la mirada fija sigo la sombra y cuando está a la distancia de golpe, veo que es mi amigo Armand.

Va pasando por todos los caídos, rezando una corta plegaria a unos, a otros dándoles las últimas palabras, Non temete l'oscurita, accettate il suo abbraccio...Resquiecat in pace...( no temas a la oscuridad, acepta su abrazo... descansa en paz) Es admirable como aún en tiempo de guerra, él guarda paz en su interior, yo nunca hubiera pronunciado tales palabras.

- ¿Qué pasará ahora? le pregunto, ¿Será este el fin?     
Armand con su voz calmada responde: Nunca hay fin para los guerreros como nosotros, no hay descanso duradero pues ni aún en la muerte descansaremos.

Este mundo ya no nos pertenece, las heroicas proezas, la lucha contra hordas interminables de bestias, la fantasía de este mundo, que aún lleno de sangre y horror nos maravilla... ya no es nuestro, este mundo ya no nos pertenece. Somos seres antiguos, milenarios, seres que viven por la batalla... combatientes.

Entonces Armand con voz de trueno, levanta su voz y grita...
Ea pues, entonces retomemos el mundos, devolvamos este mundo a los aventureros, a los bárbaros, vikingos y guerreros de toda nación, que se levanten los estandartes de guerra, que las naciones vuelvan a marchar, que las legiones formen filas... NOSOTROS LAS ROMPEREMOS... desde las fantásticas tierras de Beleriand, hasta el reino de los Valar... QUE NUESTRA VOZ RETUMBE EN LOS CONFINES DEL UNIVERSO, QUE EL MUNDO SEPA DE LA EXISTENCIA DE GUERREROS QUE NO LE TEMEN A NADA Y QUE LUCHAN INCANSABLEMENTE POR UN LUGAR DONDE MORIR.
Ese es nuestro camino, ese es el camino del guerrero

domingo, 14 de noviembre de 2010

In Bocca al lupo...

En la boca del lobo, entre tinieblas, entre risas malévolas me muevo, con tensión, pero sin miedo. Luchando contra mi naturaleza, pero más que contra ella, contra la naturaleza de las personas.

El pasillo es extenso, tanto que parece que tomara días recorrerlo, a los costados imágenes que harían que cualquier persona quedara de rodillas y rogara por su vida, pero yo... yo no ruego, porque ya no tengo vida. El guerrero perfecto dijeron ellos. No siente, no llora, no tiene por que vivir, así que la muerte no le asusta.

El guerrero perfecto...

Ah pero que cosa más graciosa esa, sigo caminando entre esos pasillos, esperando que salgan mis enemigos, mi espada clama por sangre y yo clamo por venganza, no son motivos honorables, pero en este mundo ¿qué lo es? Veo una figura, moverse rápidamente entre las columnas, la persigo, entro a una habitación oscura, oigo como respira, pero mi corazón está calmado, soy un cazador furtivo, soy un guerrero perfecto...

Antes de partir a esta aventura, le he encomendado mi coraza y mi escudo a mi fiel amigo Armand, Combatiente de fieras batallas, él entiende lo que es luchar con solo una pluma como espada y con el corazón como escudo. Estrecho su mano, que ha blandido su espada sin temor... "in bocca al lupo" dice él... "Crepi il Lupo" respondo yo. Entre guerreros eso es... en la boca del lobo... mata al lobo...

La primera estocada es mortal, la criatura chilla dejándome sordo por varios momentos, se retuerce en el suelo mientras yo la remato... de seguro ese chillido atraerá más de ellos. Efectivamente, tambores de guerra suenan, es toda una horda la que se dirige a mi encuentro. No temo a la muerte pues ya no tengo vida, la mía se la llevo una mujer y nunca más volvió.

Ya no queda más, quizás esta sea mi última batalla, mataré cuantos pueda como un Espartano, como un guerrero fiero... In bocca al lupo... crepi il lupo...